El 25 de mayo de 1973 el sol iluminó el mediodía porteño, en las calles una multitud festejó el retorno a la democracia y el fin de la proscripción del peronismo, al grito de “Se van, se van y nunca volverán”. En ese momento en el congreso Héctor José Cámpora juró como presidente de la nación ante el gentío que ocupó el recinto, donde se encontraban los mandatarios socialistas de Chile y de Cuba, Salvador Allende y Osvaldo Dorticós, junto a representaciones diplomáticas de países latinoamericanos.
El proceso por el cual llegó a la primera magistratura fue complejo, cabe recordar que Alejandro A. Lanusse armó el proyecto político denominado el Gran Acuerdo Nacional, destinado a impedir la presencia del peronismo en las urnas. En tanto los partidos políticos exigieron elecciones inmediatas a través del documento “La Hora del Pueblo”, firmado por la Unión Cívica Radical del Pueblo, el Justicialismo, el Bloquismo y el Socialismo Argentino, entre otros.
En las primeras elecciones sin proscripciones desde 1955, Cámpora resultó elegido el 11 de marzo de ese año con el 49,6% de los votos por el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI). En tal sentido encabezó el regreso a la democracia después de 18 años de confinamiento del peronismo por el régimen militar, con la consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.
El primer acto de su administración fue la amnistía para todos los presos políticos encarcelados por la dictadura. El mismo día de su asunción por la tarde, militantes de la Juventud Peronista, Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo fueron al penal de Devoto para exigir la liberación de los detenidos.
En su discurso en el congreso marcó el rumbo de la nueva gestión cuando dijo: “En la concepción justicialista de la historia y de la política, el pueblo no es ni un estribo ni un escalón para llegar al poder: es el sujeto y el objeto de la Historia. Y es el dueño de todas las decisiones”. Bonasso (1997:469)[1]
Según Bonasso (1997:469)[2] el discurso del “Tío” cerró como había empezado: con un largo y encendido homenaje a “la juventud maravillosa (…) para la que no queremos la frustración y la muerte, porque ella es la destinataria de los frutos de la victoria que se ha logrado con su entusiasmo, con su desinterés, su entrega generosa”.
En este período fueron más frecuentes los enfrentamientos violentos entre la “patria peronista” liderada por la derecha, y la “patria socialista” integrada por la izquierda denominada la “Tendencia Revolucionaria”. Ambos grupos compitieron por el poder y por el control de las movilizaciones callejeras.
Para Romero (1996:185)[3] “Fue claro que Perón, quien en su anterior lucha con los militares había respaldado a los jóvenes, repudiaba ahora su forma de acción, sus consignas y propósitos, se inclinaba por los sectores más tradicionales del partido y se ocupaba de desalojar a los sectores juveniles peronistas de posiciones de poder”.
Chitarroni Maceyra (2004:101)[4] expresó que “El movimiento obrero había hecho conocer a Perón su posición con respecto a Cámpora, considerándolo tolerante en su actitud con los grupos radicalizados. Por otra parte, no nos olvidemos que el movimiento obrero no había apoyado la candidatura de Cámpora, y que eso influyó para que no existiera una comunicación fluida entre él y los dirigentes sindicales, afirma Juan José Taccone”.
Según Bonasso (1997:160)[5] “Con el mismo Ongaro (que luego tendría serias diferencias con la “M” -los Montoneros-) Perón les mandó su bendición por la ejecución de Aramburu: ‘Estoy completamente de acuerdo y encomió todo lo actuado. Es totalmente falso que haya perturbado plan táctico alguno. (Como sostenía Paladino)’”.
Durante este período el ministro de Economía, José Ber Gelbart, promovió el pacto social con el objetivo de procurar la redistribución progresiva del PBI y contener la inflación. Para la consecución del acuerdo entre la CGT, la CGE y el Estado se firmó el Acta de Compromiso Nacional. Asimismo en esta etapa varias gobernaciones y universidades fueron administradas por la “Tendencia”.
El retorno de Perón a la Argentina estaba previsto para el 20 de junio, pero el reencuentro del líder con su pueblo se frustró y la fiesta se transformó en la masacre de Ezeiza. Desde la tarde anterior sectores de la Unión Obrera Metalúrgica, el Comando de Organización dirigido por Brito Lima, y sindicalistas de la Confederación General del Trabajo coparon el palco, cuando llegaron al día siguiente las columnas de la juventud peronista y Montoneros comenzaron los enfrentamientos.
En la fecha prevista para el regreso definitivo de Perón “Existía una disociación entre el desempeño formal del gobierno por parte de Cámpora y la ubicación del poder real, que residía sin duda en Perón. Tal disociación habría de resolverse pues, con el arribo del líder justicialista, que se convertiría en jefe de la situación”. Chitarroni Maceyra (2004:95)[6]
Verbitsky (1985:9)[7] en su libro “Ezeiza” dijo: "Es uno de los momentos estelares de una tentativa inteligente y osada para aislar a las organizaciones revolucionarias del conjunto del pueblo, neutralizar al peronismo por medio de la confusión ideológica y el terror y destruir toda forma de organización política de la clase obrera".
Perón se contrarió por el rumbo que tomó el gobierno, motivo por el cual Cámpora renunció el 13 de julio de 1973, al igual que Solano Lima, habían transcurrido apenas 49 días. Se hizo cargo de la presidencia Raúl Lastiri, yerno de José López Rega, nefasto personaje fundador de la Triple A, un grupo parapolicial de extrema derecha.
La trayectoria del “Tío” se caracterizó por la fidelidad al conductor quien lo condecoró con la medalla de la lealtad. Fue diputado y ocupó numerosos cargos en el justicialismo. El 9 de noviembre de 1971 fue nombrado delegado personal de Perón, desde ese puesto fue el promotor de la vuelta a la democracia y el regreso del General.
[1] Bonasso, M. El presidente que no fue. Los archivos políticos del peronismo. Planeta. Argentina. 1997.
5 Bonasso, M. El presidente que no fue. Los archivos políticos del peronismo. Planeta. Argentina. 1997
6 Chitarroni Maceyra, H. Cámpora. Perón. Isabel. Editores de América Latina. 2004
7 Verbitsky. H. Ezeiza. Editorial Contrapunto. Buenos Aires. 1985.
Muy buena informacion, para refrescar la memoria, muy bueno el aporte de la bibliografia, interesante para ver.
ResponderEliminarMuchas Gracias compañero!!
ResponderEliminarEl 11 de marzo de 1973 estuve en la avda. 13 y 48 junto a varios compañeros y celebrábamos el triunfo del "Tío", cuando ¿imprevistamente? se nos acercó una camioneta de la policía y nos levantó, castigándonos (a algunos con culatazos en el pecho) literalmente allí adentro, para luego ir liberándonos paulatinamente en las oscuras calles del bosque. Hoy tengo 65 años y recuerdo aquel momento con orgullo y emoción y como es el sentimiento "la vida por Perón" no amaino un ápice. Amo a Evita y hoy a Cristina. Sólo me molesta saber que si Picheto, Sica y Pato Bullrich siguen afiliados al Partido me siento deshonrado. Un sueño que tengo es que antes de morir quisiera que públicamente "con bombos y platillos" echaran del Partido Justicialista a estos tres nefastos vende patria. Por la memoria de dos grandes y eternos: Evita y Perón; mi Padre y mi Madre fueron Peronistas y quienes me inculcaron el amor al trabajo y al necesitado y a defender los derechos de igualdad.
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