jueves, 27 de octubre de 2011

Una voz argentina y latinoamericana

La presidenta Cristina Fernández, luego del triunfo en las elecciones donde la ciudadanía revalidó el rumbo de su gestión con el 54% de los votos, afirmó “Es la continuidad de un proyecto político y de país”, ratificó así el camino iniciado en 2003 por Néstor Kirchner, al cumplirse un año de su fallecimiento.

Ese 27 de octubre un profundo dolor se apoderó del pueblo por la pérdida del protagonista esencial de los últimos siete años de la historia nacional. Durante los funerales una multitud entristecida irrumpió en Buenos Aires, el signo distintivo fue el estallido de la militancia juvenil en las calles porteñas. Largas colas se formaron frente a la Casa Rosada para dar el último adiós a su líder.

Fue el reconocimiento popular al político capaz de conducir a la nación en una de las etapas más difíciles. Una mirada sobre el pasado reciente muestra la representación de la década neoliberal con el desguace del Estado, las privatizaciones, el libre mercado, la destrucción de la industria y las fuentes de trabajo.

En ese marco, en diciembre de 2001 el país sufrió una profunda crisis económica y social, durante los cacerolazos la gente pidió “que se vayan todos”, hubo saqueos a supermercados y la represión dejó 27 muertos y 100 heridos. Estos hechos apuraron la entrega del gobierno por parte de Fernando De la Rúa, lo sucedieron cuatro presidentes interinos en doce días: Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde.

Durante la crisis institucional se convocó a elecciones donde Carlos Menem obtuvo el 24,3% y Kirchner alcanzó el 22%, y se llamó a una segunda vuelta. La deserción del riojano de la carrera presidencial, jugó a favor del ex gobernador de Santa Cruz, quien llegó a la primera magistratura el 25 de mayo de 2003, se cumplían 30 años de la asunción de  Héctor J. Cámpora.

En el discurso ante el congreso Kirchner dijo “Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”. Luego expresó “Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales”. Feimann[1] (2011:51,54)  

Su gobierno apoyó las investigaciones sobre violaciones a los Derechos Humanos, se avanzó en la tramitación de causas judiciales a miembros de las fuerzas armadas y la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto final. Al mismo tiempo reveló la decisión de no subordinar las estrategias económicas a las indicaciones del FMI, en el 2005 se realizó el canje de la deuda externa, comenzó una etapa de crecimiento significativo de las finanzas del 8% anual, y se subsidió a los servicios públicos.

Según el filósofo Forster[2], la época iniciada en mayo de 2003 y luego profundizada por Cristina  “se ha caracterizado por la recuperación del debate público y, lo que es más
importante aún, por la fuerte repolitización de una sociedad que venía cuesta abajo” después de la década del ‘90.

Kirchner creyó firmemente en el Estado presencial, reparador, protector y promotor. “Tenemos que ir hacia un Estado atento, -dijo- con capacidad de reaccionar frente al conflicto social, ejerciendo un triple rol activo”. Como reparador de desigualdades sociales, a través de educación, salud y vivienda, con movilidad social desde el trabajo propio; protector de los sectores vulnerables, y promotor de políticas activas. Kirchner/Di Tella[3] (2003:151,152).

Con el fervor de los ’70 concibió la militancia, a quien convocó en defensa de los intereses de la patria durante la disputa con la corporación mediática y el conflicto del campo, con pasión intervino en el debate ideológico por la Ley de Servicios de Audiovisuales. Ya se superó la situación con el agro y se marcha hacia una sociedad plural y multicultural, con leyes Contra la violencia de género y Matrimonio igualitario.

El filósofo argentino Ernesto Laclau[4] sostuvo que "el logro histórico del kirchnerismo en el período de Néstor fue haber conseguido reunir de manera estable las movilizaciones nacional-populares con las formas de la democracia liberal".

La prioridad en las relaciones exteriores fue la construcción de una América Latina unida, junto a líderes como Hugo Chávez, Lula da Silva y Evo Morales. Fortaleció el  MERCOSUR como herramienta para un proyecto de integración regional y rechazó el ALCA. En 2008 se constituyó la UNASUR y fue el secretario general hasta su muerte.

Su legado fue una doctrina de la gestión al servicio del pueblo, en consonancia con el modelo distributivo de inclusión social, con igualdad de oportunidades. Este paradigma siguió vigente con Cristina y continuará, seguramente, en su segundo mandato. En ese contexto la Asignación Universal por Hijo tuvo un impacto positivo en la reducción de la indigencia y la pobreza, como lo reconoció la CEPAL en octubre de este año.

Por su parte el FMI elevó al 8% su proyección de crecimiento de nuestra economía y para este año, dos puntos más de lo estimado en abril, lo que ubicó al país como el de mayor tasa de ascenso del PBI en la región.

El asesor de la ONU, Kliksberg[5], denunció la aplicación en Europa y EEUU de recetas populistas de derecha. “El reverso ético, de los esfuerzos que actualmente realizan los gobiernos progresistas de Latinoamérica, -dijo- con Cristina Kirchner entre las líderes más destacadas, para alcanzar "una economía con rostro humano"”.

Los Kirchner criticaron al FMI en los foros internacionales por la aplicación de medidas recesivas, en sintonía con esa postura, se organizó el 15 de octubre de 2011 una rebelión global en 82 países y 951 ciudades, inspirados en los indignados españoles y Ocupar Wall Street de Nueva York, sin ningún efecto en la Argentina.

Para Feimann[6] (2011:317) Néstor estuvo siete años en la política visible de nuestro país, igual que Evita. “No quiero equiparlos en nada…Pero hay gente que necesita poco para trazar una marca profunda, imborrable en la Historia. Acaso ésa sea su grandeza, pero es también su gran debilidad. Porque se van pronto”.


[1] Feimann. J. P. El Flaco. Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner. Planeta. Buenos Aires. 2011.
2 Forster R. Revista Veintitrés. “Una extraña experiencia”. 29.9.2011 
[3] Kirchner. N. Di Tella. T. Conversaciones. Después del derrumbe. Galerna. Buenos Aires. 2003.
[4] El Argentino.com 8.10.2011 
[5] Revista Newsweek. Andrés Fidanza. “El viento de cola solo no basta".15.9.2011
[6] Feimann. J. P. El Flaco. Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner. Planeta. Buenos Aires .2011.


viernes, 14 de octubre de 2011

17 de octubre del ‘45: “El cimiento básico de la nación que asomaba”

El 17 de octubre de 1945 fue la manifestación espontánea de las masas más importante hasta entonces en el país, con la irrupción de los “otros” en la escena nacional. Los sucesos acerca de la detención de Juan D. Perón en la isla Martín García y la interpelación de un pueblo clamando por su libertad, fueron los elementos fundantes de la gesta.

La población resignó el sentimiento de frustración como secuela de la década infame, el fraude electoral de la oligarquía porteña y el yugo hegemónico extranjero, para visibilizar una patria emancipada.

Ese miércoles de primavera el calor reinó desde las primeras horas del día, para paliar los efectos del sol se recurrió al agua, cual signo bíblico, en la inmortal imagen del “aluvión zoológico” con las patas en las fuentes. También estuvo presente el agua cuando la “chusma” cruzó a nado el pestilente Riachuelo, al cerrarse los cuatro puentes levadizos, lo cual no le impidió llegar a la capital federal para rescatar al coronel preso.

El poeta Leopoldo Marechal[1] (1996:35) testigo del 17 de octubre relató cuando el rumor de multitudes avanzó hacia la calle Rivadavia, donde él vivía, y se unió a la muchedumbre que marchaba a la Plaza de Mayo. “Era la Argentina invisible que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar a sus millones de caras concretas y que no bien las conocieron, les dieron la espalda. Desde aquellas horas, me hice peronista”.

En este período a través del Grupo de Oficiales Unidos (GOU), Perón promovió una nueva relación entre la ciudadanía y la fuerza militar. En 1943 ocupó la secretaría de Trabajo, desde donde impulsó una legislación laboral para terminar con las injusticias, como fue el sistema nacional de previsión social, la prohibición de abonar el salario en especies, las vacaciones anuales pagas, la constitución de obras sociales, el Estatuto del Peón, entre otras leyes.

El presidente Dalmiro Farell, días antes de la insurrección de octubre, recibió presiones políticas y de Campo de Mayo para separar al coronel de la vicepresidencia, y de los cargos que retenía como ministro de Guerra y secretario de Trabajo, luego encarcelarlo y convocar a elecciones.

Galasso[2] (2005) dijo “…la oposición fue egoísta y estuvo desunida y huérfana de liderazgo y organización”. En ese contexto se forjó la jornada por la presión ejercida por los descamisados ante el líder cautivo, para confluir en una rebelión popular, a partir de la cual Perón se transformó en el padre fundador del movimiento justicialista y Evita en la madre amada, dando a luz en esa primavera del ’45 a su único heredero: el pueblo.

La pluma de Scalabrini Ortiz[3] (1973:27-28) perpetuó la representación de la epopeya con estas palabras “Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nuestra idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin recatos y sin disimulos”.

Con la descripción de ese pueblo de pie, continuó Scalabrini Ortiz[4] (1973:27-28) “Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón”.

El “Día de la Lealtad”, como lo denominó el colectivo justicialista al 17 de octubre del ‘45, tuvo como protagonistas en nuestra región a los trabajadores encabezados por Cipriano Reyes, junto a otros dirigentes, integrantes de la columna de La Plata, Berisso y Ensenada, la cual sumó seguidores en el trayecto a Buenos Aires.

La ciudad de Berisso se caracterizó por una fuerte corriente inmigratoria, donde se visibilizó el sueño de la generación del ’80 sobre el crisol de razas. A principios del siglo pasado se instaló allí la empresa frigorífica Swift, en 1915 se construyó la nueva planta de Armour donde se empleó a más de 20.000 obreros, uno de ellos fue Reyes, un personaje significativo de esta gesta. Once años después se inauguró la hilandería Cooperativa Textil Argentina.

En 1922 se estableció en Ensenada la Destilería YPF con el objetivo de diversificar la actividad económica y por la cercanía al puerto. La Plata en tanto por ser la sede de los poderes del Estado provincial, congregó una importante cantidad de empleados públicos.

Nuestra zona cumplió un rol significativo como consecuencia de la concentración de trabajadores de la carne, textiles, petroleros y de otras actividades, quienes se sumaron a la nutrida manifestación hacia Plaza de Mayo. Según Alberto Proia, caudillo justicialista de Berisso, “Reyes desplegó una actividad importante dentro de su sindicato y otras organizaciones durante la semana anterior al 17”. Michelini[5] (1994:46)

Cipriano Reyes[6] (1973:229) narró el ingreso de las columnas a la capital federal, por el Puente Uriburu entraron las huestes de los frigoríficos Wilson y La Blanca. Por el puente Avellaneda, ingresaron obreros de los frigoríficos, de Luz y Fuerza y demás gremios. Por el norte, relató el dirigente laborista, llegaron las concentraciones de Vicente López y Olivos que iban primero hacia el Hospital Militar.

La prosa de Scalabrini Ortiz[7] (1973:27-28) describió estos hechos con palabras esenciales cuando dijo “El espíritu de la tierra se erguía vibrando sobre la plaza de nuestras libertades, pleno en la confirmación de su existencia... El nombre del coronel Perón era el conjuro que había realizado el milagro”.


[1]Marechal. L. En Chávez, F. (comp.). La jornada del 17 de Octubre del 45. Ediciones Corregidor. Buenos Aires.1996.
[2] Galasso. N. Perón. Formación, Ascenso y Caída (1898-1955) Tomo I. Ediciones Colihue. 2005.
[3]Scalabrini Ortiz. R. Tierra sin nada. Tierra de profetas. Devociones para el hombre argentino. Plus Ultra Bs. As.1973. 
[4]Scalabrini Ortiz. R. Tierra sin nada. Tierra de profetas. Devociones para el hombre argentino. Plus Ultra Bs. As.1973.  
[5]Michelini. P. El 17 de octubre de 1945. Testimonio de protagonistas. Corregidor. Buenos Aires. 1994.
[6]Reyes. C. Yo hice el 17 de octubre. GS Editorial. Buenos Aires 1973.
[7]Scalabrini Ortiz. R. Tierra sin nada. Tierra de profetas. Devociones para el hombre argentino. Plus Ultra Bs. As.1973.